El 2014 es el año de la
recuperación. Así nos lo han vendido y
como todo lo que nos vende este Gobierno, es mentira. No lo digo basándome en ningún
indicio salvo el de los sucesivos engaños que hemos sufrido. Aunque fuese
verdad no me lo creería por el hecho de salir de sus bocas. Mañana amanecerá
como todo los días y lo aseguro sin basarme en nada más que el hecho de que
sucede todos los días. De la misma manera mi mente me dice que mienten y no me
hace falta reflexionarlo, lo hacen todos los días.
Pese a esa escasa necesidad
de razonamiento por costumbre y esa lógica innata que se despierta, no puedo
obviar la realidad. Puedo hablar de mis problemas, de los problemas en general
y de los problemas que sufre la gente en particular. Hoy quiero hablar de lo
particular, de los problemas reales de personas reales que conozco. De personas
anónimas que son realmente las que están levantando, si acaso es verdad, el
país con sus sacrificios.
Tengo una amiga que conoce a
una amiga que tiene un primo… ¡No!, tengo una persona cercana que sufre. Una
conocida con tres hijas que estas navidades no han comido como se hace en estas
fechas y cuyas hijas no se han llevado esa agradable sorpresa de un presente
bajo un árbol alumbrado. Ella está sola, una madre soltera que tira de un carro
enorme y de la que dependen tres bocas. No ha sido esa Navidad de alegría y felicidad
que los supermercados se empeñan en repetir con cánticos taladrantes, para ellas
no. Un puto pollo, una puta lágrima.
Tampoco ha sido una Navidad
iluminada para esa amiga que con hijo a cargo le cortaron la luz. Para ella la
Navidad ha sido sufrir a oscuras, ha sido frio, una navidad de manta y velas,
de días que se acababan a las 7 de la tarde. Una navidad espectacular por lo
cercano a la supervivencia y lo alejado de la dignidad. Una Navidad de escusas,
de perder la vergüenza, de olvidarse de los momentos buenos, de ver solo el
lado negro de la vida.
Gente desgraciada, en desgracia. No me puedo enfadar, no me puedo enfadar si
las familias no tienen luz en sus casas y mientras las calles destellan con su
luz mis retinas, no me puedo enfadar. Tampoco me puedo enfadar por
los banquetes que últimamente se han organizado en los entes públicos a costa de
todos, no puedo enfadarme mientras familias pasan auténtica necesidad, sufren
hambre. ¿Enfadarme? No me puedo
enfadar, uno no puede escupir palabrotas, tiene que comedirse, no es suficiente
lo que nos hacen. Uno no puede llamarles hijos de puta, ni cagarse en sus
muertos, ni puede desearles la muerte. No puedo enfadarme bajo ningún concepto,
eso me desautorizaría. Pisa la mano con la que alimento a mis hijos, que no
puedo rebelarme con la que me queda libre, no me puedo enfadar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios susceptibles de ser una falta de respeto serán eliminados. (Cuida tu ortografía)