Sabemos que hay que ganar las instituciones mediante la unión en un frente común, porque “si no marchamos unidos nos ahorcarán por separado”.
El 15-M nos ha traído un lenguaje
renovador, un lenguaje para analizar la realidad de la calle. La tradicional
dicotomía entre izquierda y derecha ha sido enriquecida a golpe de megáfono con
lemas como: "somos los de abajo y venimos a por los de arriba" o
"si las de abajo nos unimos los de arriba se caen". Ahora, frente a
los que con los términos arriba y abajo nos quieren hacer creer que nos
encontramos ante una nueva fórmula binaria, otros, podemos considerar estos
nuevos puntos de vista, como complementos con los que mejorar la evidente
precariedad de la vieja política. No pretendo aquí resolver la cuadratura del
círculo, en La Rioja corro, pero solo teniendo en mente el plano cartesiano y
adecuándolo, el análisis quedaría casi completo. El eje horizontal define lo
político y el eje vertical lo social. Los dos cuadrantes superiores, las rentas
altas, los de arriba, son, en palabras trastocadas del 15-M, el 10%. Los dos
cuadrantes inferiores, los de abajo, se definen en este lenguaje quincemayista
como el 90%. Pensando siempre en el sistema de Descartes, el eje horizontal
representaría la dualidad izquierda y derecha, que se corta por el eje de lo
social. En la derecha encontramos a poco más de 11 millones de personas, los
votos que logró el PP en las pasadas elecciones. Por defecto o por afecto, el
resto, queda a la izquierda. Siempre hay que considerar a aquellos que ejercen
su derecho a no ejercer su derecho a votar, que en las últimas generales
ascendieron un 3%, alcanzando casi 10 millones de no votantes. En el origen,
donde se cruzan los ejes izquierda y derecha, arriba y abajo, se sitúan
aquellos de los que se presume una calculada ambigüedad ideológica. Esta
ambigüedad viene definida por un baile entre los cuadrantes, a veces, arriba, a
veces, abajo, a veces, a la izquierda, y, a veces, a la derecha. Como en todo
análisis político-social, se nos presentan dificultades a la hora de situar en
determinado cuadrante a grandes colectivos. Por ejemplo, cuando el PSOE reformó
el artículo 135 de la Constitución, de la mano del PP, se sitúo automáticamente
a la derecha y en manos de los de arriba, pese a su condición de "socialista".
Otro ejemplo, de complejidad analítica, se puede encontrar entre aquellos
votantes del PP fruto del despecho de los anteriormente citados. En cambio,
cuando la corrupción nace en las entrañas de un "Partido Podrido", no
hay duda alguna, siempre han sido y serán los de arriba a la derecha. Hay una
indiscutible levadura que ha levantado esta rica tarta democrática. Algunos
hemos estado y estamos abajo, en las calles, luchando. Luchando por el derecho
a una vivienda digna, reivindicando la dación en pago y el alquiler social,
luchando por el derecho a la educación pública, laica y gratuita, por una
sanidad pública universal, por unos servicios sociales a la altura del drama de
la crisis y de las necesidades de la gente, luchando por la democracia, por la
libertad y por la dignidad, en resumen, por pan, trabajo y techo. En estos
momentos, más que nunca, tenemos que conquistar nuestro futuro. Sabemos que hay
que ganar las instituciones mediante la unión en un frente común, porque “si no
marchamos unidos nos ahorcarán por separado”. Algunos, señoras y señores,
sabemos muy bien dónde nos encontramos, abajo y a la izquierda.
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